A veces no
nos damos cuenta de lo que de verdad vale la enseñanza, adquirir conocimientos
para mejorar nuestra vida y la de otros.
Hoy os voy hablar de Laura, una chica de 15 años,
inteligente, independiente y muy racional. Lo que os voy a contar sucedió hace
unos cuantos días, durante un entrenamiento de los nadadores alevines y allí
estaba ella, en la grada, esperando que terminasen para poder iniciar su sesión de entrenamiento. Pero mientras Laura estaba mirando, lo que estaban haciendo,
observó que uno de los nadadores no estaba haciendo bien sus virajes, que en
aquellos momentos la entrenadora de alevines María les estaba explicando.
Cuando terminó la sesión Laura se dirigió al chico
que no hizo los virajes, le pregunto su nombre y le echó una mano a su espalda.
Me llamo Tino.
Laura – Ya vi que hoy no te han salido los virajes
de espalda.
Tino – No, no me salen nunca y soy incapaz, me pongo
nervioso al ver a los otros niños y niñas que los hacen y yo nunca voy a ser
capaz de hacerlos.
Laura – No digas eso Tino, tú eres como los demás
niños, tal vez tan solo necesites que alguien te ayude a conseguirlo. ¿Qué te
parece si este fin de semana te vienes a nado libre y lo practicamos juntos?
Tino – Vale, pero ya verás como no lo consigo.
Quedaron el sábado a las 5 de la tarde en la piscina
y allí me veo a los dos practicando, Laura con una paciencia encomiable, le
enseñaba a controlar las brazadas antes de iniciar el viraje para no quedarse
corto o demasiado largo y luego le enseño
a hacer el cambio de posición del cuerpo para efectuar el giro, al girar
le mostraba como se hacía el tirón de brazos debajo del agua mientras efectuaba
el volteo, luego el toque con la punta de los pies en la pared vertical, el
impulso y deslizamiento con el cuerpo totalmente estirado y con pies mariposa.
Tino prestaba mucha atención y se sentía relajado y
cómodo de estar con Laura, cada vez se le veía más suelto y lo hacía mejor,
pero Laura insistía corrigiendo y perfeccionando todos sus virajes.
Después de llevar un buen rato Tino estaba muy
contento porque al fin lo había conseguido y Laura le sonreía y se despidieron
con un toque en las manos y suerte en tu próxima competición Tino, ya me
contarás como te ha ido.
Gracias Laura, eres la mejor.
Quién sabe si cuando pasen unos cuantos años Tino
recuerde lo que le enseñó Laura y también enseñe a otros niños sus
conocimientos...
Que grande eres Laura hoy nos has hecho felices a
muchos que nos dedicamos a la enseñanza, gracias por ser como eres.